Dr. Heryck Rangel
Resumen
Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, fueron el leitmotiv del Gobierno de Estados Unidos, para redefinir su Estrategia de Seguridad Nacional, y declararle la Guerra al Terrorismo. Desde esta visión el enemigo está afuera, y hay que enfrentarlo con todo el poderío militar. Sin duda alguna, las élites en Washington aprovecharon estas circunstancias excepcionales, donde reinaba el pánico a nivel global, para mantener su supremacía y expandir su dominación imperial.
La reconfiguración del Orden Mundial, luego de la caída del Bloque Soviético, supuso el fin de la tensión de la mutua destrucción asegurada que representaba la Guerra Fría. En esta nueva etapa, Estados Unidos concentró sus esfuerzos y recursos en garantizarse la dominación imperial en todo el planeta, teniendo como base, la arquitectura institucional para la dominación, que fue construyendo desde el fin de la II Guerra Mundial.
Desde finales del siglo XX, el terrorismo ha sido uno de los temas principales del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas. Paradójicamente, Estados Unidos en su condición de Miembro Permanente de este órgano de las Naciones Unidas, posee el poder de veto, situación que le permite evitar la aprobación de cualquier resolución, que atente contra sus intereses. Al mismo tiempo, le otorga una especie de patente de corso, que lo exime de ser señalado por esa instancia como un Estado Terrorista o Patrocinador del Terrorismo.
Durante las últimas dos décadas, Estados Unidos ha construido una Ideología del miedo, usando al terrorismo,como enemigo útil a sus intereses, por su carácter impredecible, invisible y súbito, que justifica su doctrina de ataque preventivo, el establecimiento de bases militares y su despliegue de alcance global, legitíma sus acciones económicas, financieras y comerciales, y la hegemonía de su industria cultural garantizando el fortalecimiento de su dominación imperial.
Palabras Claves: Miedo, Terrorismo, Dominación, Imperialismo.
Abstract
The terrorist attacks of September 11, 2001, were the leitmotiv of the United States Government, to redefine its National Security Strategy, and declare War on Terrorism. From this point of view, the enemy is outside, and it is necessary to face it with all the military power. Without a doubt, the elites in Washington took advantage of these exceptional circumstances, where panic reigned globally, to maintain their supremacy and expand their imperial domination.
The reconfiguration of the World Order, after the fall of the Soviet Block, brought an end to the tension of the mutual assured destruction represented by the Cold War. In this new stage, the United States concentrated its effortsand resources on guaranteeing imperial dominationthroughout the planet, based on the institutionalarchitecture for domination, which it has been buildingsince the end of World War II.
Since the end of the 20th century, terrorism has been one of the main themes of the Security Council of the United Nations Organization. Paradoxically, the UnitedStates as a Permanent Member of this United Nationsbody, has the power of veto, a situation that allows it to avoid the approval of any resolution that violates itsinterests. At the same time, it grants him a kind of Corsican patent, which exempts him from beingdesignated by that instance as a Terrorist State or a Sponsor of Terrorism.
Over the past two decades, the United States has built an Ideology of Fear, using terrorism as a convenient enemy to its interests, due to its unpredictable, invisible, and sudden nature, which justifies its doctrine of preemptive attack, the establishment of military bases, and its deployment of global reach, legitimizes its economic, financial and commercial actions, and the hegemony of its cultural industry, guaranteeing the strengthening of its imperial domination.
Keywords: Fear, Terrorism, Domination, Imperialism.
El miedo es una emoción primaria, provocada por la percepción de peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. La máxima expresión del miedo es el terror. En su obra “Fear: a cultural history” (El miedo: una historia cultural), Joanna Bourke plantea, que el miedo es un sentimiento colectivo, que varía con las épocas y contextos históricos. Siendo actualmente, los medios de comunicación el principal transmisor del miedo. A lo largo de la historia, los imperios han cimentado su poderío sobre su superioridad militar, económica y tecnológica; y podemos observar que han hecho uso del miedo, como arma de dominación política y control social.
Al final de la cuarta temporada de la serie norteamericana “House of cards” el Presidente Francis Underwood, dice: “We make the terror” (Nosotros hacemos el terror), una frase que resume las más oscuras intenciones y actuaciones de la élite de Washington, donde, sin duda alguna, la realidad supera la ficción.
El presente artículo realiza una apróximación a la estrategia de dominación imperial que ha implementado el Gobierno de Estados Unidos, a partir de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, que resignificó el fenómeno del terrorismo a nivel global, y definió “La nueva estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos” sentando las bases del Imperialismo del siglo XXI.
A principios de la década de los 90' fuimos testigos de la transición del Mundo Bipolar (Confrontación EE.UU-URSS) al Mundo Unipolar. Estados Unidos se consolidaba como Imperio, y extendía sus dominios a los cincos continentes, a través del establecimiento de Bases Militares, Acuerdos de Libre Comercio, y finalmente a través de su industria cultural.
Emergía la polémica tesis de Francis Fukuyama que planteaba, que las ideologías ya no serían necesarias y que la única opción viable en el plano político y económico era la democracia liberal, que impera y propugnan las élites en Washington.
El neo-colonialismo, tras el discurso del “American Way of Life” encontró en la Globalización el acelerador al proceso de homogenización de la humanidad, imponiendo a escala planetaria un patrón de producción y consumo, que fue redefiniendo las relaciones de poder. Los países que no se alinearon a ésta nueva realidad, fueron señalados por EE.UU. como Estados Forajidos, los cuales debían ser sometidos y dominados.
El Imperialismo del siglo XXI impone la “PAX Americana”, sobre la base de un modelo único, basado en el uso del miedo, una visión pragmática y utilitarista, de la democracia liberal y el neoliberalismo. La seguridad y el libre comercio, suprimen los conceptos de autodeterminación de los pueblos, independencia y soberanía, estableciendo una sujeción neo-colonial de los Estados al poder de Washington.
Una de las principales estrategias implementadas por el Gobierno de Estados Unidos, para garantizar la dominación imperial, ha sido la consolidación de una arquitectura institucional de alcance global, sustentada en una supuesta promoción de la democracia y los derechos humanos. Anualmente destinan millones de dólares para el financiamiento de líderes, grupos y organizaciones de oposición a los Gobiernos que no se ajustan a sus intereses, con el objetivo de generar las condiciones objetivas y subjetivas que permitan su acceso al poder, bien sea, por mecanismos institucionales como las elecciones, o mediante el despliegue de acciones insurgentes y en muchos casos, terroristas, que deriven en la ruptura del orden constitucional.
Desde la esfera gubernamental, crearon la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, conocida como USAID, por sus siglas en inglés, la cual recibe directrices estratégicas del Departamento de Estado, para la distribución de la mayor parte de la ayuda exterior de carácter no militar.
En el año 1983, se creó la Fundación Nacional para la Democracia, NED por sus siglas en inglés, fundación privada, sin fines de lucro, financiada por el Congreso de Estados Unidos, dedicada al fortalecimiento de instituciones democráticas a nivel mundial, con actividades en más de 90 países.
Complementariamente, EE.UU. dispone de un conjunto de Organizaciones No Gubernamentales, entre ellas, “Freedom House” que es financiada en 80% por el Gobierno de EE.UU. siendo la ONG de mayor trayectoria y alcance, en materia de promoción y apoyo a la democracia.
Las operaciones de la NED, USAID, Freedom House y otras Organizaciones No Gubernamentales, sobre países objetivo, se materializan a través del financiamiento de líderes, grupos y organizaciones de oposición; alternando y/o combinando con la adopción de medidas de presión por parte del Gobierno de EE.UU. y sus aliados.
En el plano económico, el Gobierno de EE.UU. utiliza a las instituciones financieras internacionales: Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), la banca privada y las calificadoras de riesgo, para ejercer acciones de terrorismo económico y financiero, con el objetivo de generar presión, aplicando sanciones, ejerciendo bloqueos y procurando el colapso económico-productivo de los países que no se alinean a sus intereses.
La lucha contra el terrorismo se ha vuelto una de las preocupaciones más importantes de las Naciones Unidas, especialmente del Consejo de Seguridad, órgano que desde principios de la década de los 90' ha concentrando su acción en la adopción de sanciones contra los Estados sospechosos de estar vinculados con ciertos actos terroristas.
Tal como plantea Michael Burleigh (2007), en su obra “Sangre y Rabía: Una historia cultural del terrorismo”:
“Existe más de un centenar de definiciones del terrorismo, y es posible agregar aquellos elementos que se repiten con mayor frecuencia. El terrorismo es una táctica que utilizan ante todo diversos agentes no estatales, que pueden constituir una entidad acéfala, o una organización jerárquica, con el fin de generar un clima psicológico de miedo que compense su carencia de poder político legitimado.”
La resolución 1267 del Consejo de Seguridad creó una primera herramienta antiterrorista en 1999: el Comité 1267, un órgano subsidiario encargado de la aplicación de las sanciones decretadas por esta resolución, tales como interdictos de viaje, congelamiento de capitales, embargos sobre las armas. Asumiendo también, la aplicación de sanciones contra personas y entidades vinculadas al Talibán y a Al Qaeda.
Luego del 11 de septiembre de 2001, la resolución 1373 del Consejo de Seguridad creó un nuevo organismo subsidiario, el Comité Contra el Terrorismo, encargado de velar por la implementación de las disposiciones de esta resolución por parte de todos los Estados.
Después de los sucesos de Beslan en Osetia del Norte, el Consejo de Seguridad adoptó la resolución 1566, que exhorta a los Estados miembros de la ONU a actuar contra los grupos y organizaciones terroristas no vinculados con Al Qaeda ni con los Talibanes, y por consiguiente no pasibles de las sanciones del Comité 1267.
La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, en el año 2005, condenó rotundamente el terrorismo bajo todas sus formas y manifestaciones. Y todos los Estados, se comprometieron a adoptar una estrategia antiterrorista global, para poder responder al fenómeno del terrorismo de manera coordinada y coherente, tanto a nivel nacional y regional como internacional. Asimismo, el Consejo de Seguridad adoptó la resolución 1624, que exige a los Estados la penalización y represión de la incitación a cometer actos terroristas.
Sin embargo, Estados Unidos en su condición de Miembro Permanente del Consejo de Seguridad, posee el poder de veto, que le permite evitar la aprobación de cualquier resolución, que atente contra sus intereses. Por lo que cuenta con una patente de corso, que lo exime de ser señalado por esa instancia como un Estado Terrorista o Patrocinador del Terrorismo.
La industria cultural norteamericana, ha incorporado el tema del yihadismo en innumerables producciones cinematográficas, con el objetivo de instalar en la subjetividad de las mayorías, que el terrorismo se circunscribe al yihadismo, término que refiere a la yihad (guerra santa) que propugna el extremismo islámico contra Occidente.
Asimismo, los principales centros de pensamiento (Think Tank) en Estados Unidos y Europa, delimitan sus aproximaciones teóricas al fenómeno del terrorismo, desde el enfoque establecido por el Gobierno de George W. Bush, en “La nueva estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos” surgida luego de los ataques terroristas perpetrados el 11 de septiembre de 2001, que convirtió al ataque preventivo en la doctrina estratégica de EE.UU.
En el marco de la Guerra Global contra el Terrorismo, EE.UU. desplegó su poderío bélico contra Afganistán, y el Régimen Talibán, por sus vinculaciones con Al Qaeda, organización paramilitar creada en el contexto del conflicto afgano-soviético de la década de los 70´ que contó con el apoyo y patrocinio de Washington, la cual se abrogó la autoría de los ataques, pasando de ser considerada de organización aliada a enemiga.
Posteriormente, en el año 2003, una coalición liderada por Estados Unidos y Reino Unido, emprendieron la Segunda Guerra del Golfo, también denominada Operación de Libertad Iraquí, argumentando que Irak poseía y estaba desarrollando Armas de Destrucción Masiva (ADM) y representaba una inminente amenaza a EE.UU. y sus intereses. Tras 8 años de ocupación, las tropas norteamericanas se retiraron del territorio, dejando a Irak sumergido en una profunda crisis económica, política y social. Es oportuno resaltar que nunca fueron encontrados los supuestos arsenales que motivaron la guerra.
En la actualidad el enemigo-objetivo del Gobierno de Estados Unidos, es el denominado “Estado Islámico” también conocido como ISIS o DAESH, designado por la Organización de Naciones Unidas como una organización terrorista, de naturaleza fundamentalista, agrupación que aprovechó las condiciones generadas por la invasión norteamericana en Irak para fortalecerse, y logró mantener el control territorial entre Irak y Siria, hasta el año 2017, cuando fueron derrotados por una coalición liderada por Rusia. A pesar de la derrota militar, el Estado Islámico ha logrado sumar adeptos a nivel mundial, y se estima que hay células durmientes en muchos países occidentales, atentos al llamado, para desplegar su estrategia de terror, habrá que ver en el futuro cuán beneficioso será para la estrategia de dominación imperial de Estados Unidos, que su útil enemigo retome sus acciones.
Conclusiones
Existe más de un centenar de definiciones deterrorismo, y la falta de consensos a nivel conceptual, responde a los intereses imperiales. Ya que la ambigüedad permite a las élites políticas, lecturas multiformes y un uso utilitario del fenómeno del terrorismo.
El miedo es un sentimiento colectivo, que varía con las épocas y contextos históricos, y resulta una herramienta útil para garantizar el control social y el poder político. Siendo actualmente, los medios de comunicación el principal transmisor del miedo.
El Imperialismo del siglo XXI impone la “PAX Americana”, sobre la base de un modelo único, basado en el uso del miedo, una visión pragmática y utilitarista, de la democracia liberal y el neoliberalismo.
La industria cultural norteamericana, ha incorporado el tema del yihadismo en innumerables producciones cinematográficas, con el objetivo de instalar en la subjetividad de las mayorías, que el terrorismo se circunscribe al yihadismo. Aunque hay que reconocer que, el fenómeno del terrorismo trasciende al fundamentalismo islámico.
Referencias Bibliográficas
Bourke, Joanna “Fear: A cultural history” (Miedo: Una historia cultural). Shoemaker Hoard, 2006.
Burleigh, Michael “Sangre y Rabía: Una historia cultural del terrorismo” Traducción de Miguel Martínez-Lage y Natalia Rodríguez-Martín. Santillana Ediciones Generales. 2008.
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20101004090912/9.pdf
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20100610064243/004-Estra.pdf
http://cronicon.net/paginas/Documentos/Hegemonia-o-Supervivencia-Chomsky.pdf
http://rebelion.org/la-ideologia-del-miedo-visibilizando-al-enemigo/
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