Cuando
hablamos de Patria, llegan a nuestro pensamiento los conceptos de comunidad,
familia, tierra paterna. De donde somos, de donde venimos, lo que somos, lo
común. Ese lazo afectivo fundante, indivisible e irreductible. El historiador
francés Fustel de Coulanges en su obra La
ciudad antigua plantea que, en la Grecia y la Roma antigua cada familia
tenía su tumba, y entorno a ella se desarrollaba la religión doméstica. Cada
familia poseía la más completa independencia, no había reglas uniforme, ni
ritual común. Ningún poder exterior tenia el poder de regular su culto o su
creencia. No existía otro sacerdote que el padre. Una familia era un grupo de
personas al que la religión permitía invocar al mismo hogar y ofrecer la comida
fúnebre a los mismos antepasados. Y por tanto se veneraba a los ancestros y la
tierra de los padres, de allí deriva la noción
de Patria.
Luego
de los sucesos del 19 de abril de 1810 con el liderazgo de Francisco de
Miranda, se conformó la Sociedad Patriótica, y vaya que trascendente que los
revolucionarios de aquel tiempo se asumieran así. Nuestro padre Libertador
Simón Bolívar, fue uno de sus más fervorosos integrantes, y movido por la pasión
patria expresó: Trescientos años de calma
¿no basta? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación,
pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los
intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la
libertad suramericana: vacilar es perdernos.
El
Comandante Presidente Hugo Chávez en el marco de la campaña electoral hizo un llamamiento
al pueblo “Los que quieran patria vengan conmigo” Y así lo asumimos la mayoría
de los venezolanos. En sintonía, durante las semanas recientes a lo largo y
ancho de nuestro país se ha desplegado nuestro pueblo en el proceso
constituyente del Segundo Plan Socialista de Desarrollo de la Nación 2013-2019
una oportunidad extraordinaria para hacer Patria.
Heryck Rangel Hernández
Maracay,
estado Aragua
heryck@gmail.com
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