Venezuela desde la época colonial tuvo una economía de puerto, desde la Metrópoli llegaban a La Guaira los barcos para trasladar todos los recursos que expoliaban. La ambición infinita, a sangre y fuego impuso un sistema que enriqueció a la Corona Española diezmando a nuestros pueblos originarios y arrebatando a los hijos e hijas de África para comercializarlos como esclavos para las plantaciones del “Nuevo Mundo”.
La gesta independentista liderada por el Padre Libertador Simón Bolívar rompió con las cadenas imperiales y subvirtió el orden impuesto, decretando la libertad de los esclavos y propugnando una sociedad basada en la libertad, la justicia y la igualdad. Frente a la revolución sobrevino la contrarrevolución, que encontró en el seno del liderazgo patriota algunos elementos para ejecutar la traición y acabar con el proyecto político de las nacientes repúblicas.
Se impuso entonces desde el Norte un sistema neo-colonial, a partir de la expansión del Capitalismo. A lo largo de nuestra historia, se evidencia que a cada revolución le sucedió una traición, parecía una quimera pretender recorrer el camino que había legado el Libertador. Bolívar dejó de ser un proyecto, una idea, un hombre; lo convirtieron en estatua, en papel moneda, pretendieron reducirlo a unas cuantas páginas de los libros de historia, libros hechos para justificar el orden que imperaba.
Y en medio de la oscuridad, amaneció la esperanza, volvió Bolívar hecho millones, aquel “por ahora” que aún retumba en la Venezuela profunda, 200 años después nuestro pueblo retomó la senda de la Patria, y desde el primer instante se enfrentó a la furia del imperio norteamericano, que con su poderoso aparato militar, económico y cultural pretendía restituir su sistema de dominación.
Contra el Comandante Hugo Chávez intentaron todas sus formulas, una y otra vez fracasaron, aún sus “expertos” dedican millones de dólares a estudiar el fenómeno.
La partida física del gigante seria el punto de quiebre del proceso, subestimaron desde el inicio al Presidente Nicolás Maduro, y su juramento de romper para siempre con el maleficio de la traición. Una vez más las élites de Washington, Madrid y Bogotá entraron en un laberinto de ataques y fracasos, sus operadores políticos internos no terminaban de consolidar un proyecto alternativo, ni viable, lo que los llevó al punto de declararnos una “amenaza inusual y extraordinaria” desplegando una serie de medidas coercitivas unilaterales violatorias de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional para quebrar la voluntad del pueblo venezolano y plagar a nuestra tierra de miseria, como en su tiempo lo alertó Bolívar.
Hemos resistido y hemos vencido, pero también hemos pagado un alto precio por nuestra dignidad, soberanía e independencia. En una de sus últimas proclamas el Padre Libertador Simón Bolívar planteaba: “¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás. Pero ella nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestros soberanos auspicios, con todo el esplendor de la gloria y de la libertad”
Mango, Yuca y Sardina; rubros que salvaron de la hambruna a Venezuela en los años más duros de la arremetida económica imperial.
Mango, Yuca y Sardina: “MAYUSA” una palabra que expresa la resistencia y conciencia de un pueblo que decidió ser libre y que no volverá nunca más a la oscuridad. Un pueblo que ha visto el rostro del fascismo, el imperialismo, el odio y que los ha derrotado en todos los escenarios, constituyéndose en una referencia de lucha para todos los pueblos del mundo.
Dr. Heryck Rangel
12 de septiembre de 2024.
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