Discurso de Orden con motivo del Día de la Juventud y los 201 años de la Batalla de La Victoria. Tucupita, miércoles 11 de febrero de 2015.
Queridos hermanos, queridas hermanas.
Me han pedido que diga unas palabras con ocasión del Día de la Juventud, al conmemorarse los 201 años de la Batalla de La Victoria. Agradeciendo ese gesto, decidí hacer una carta abierta a la juventud deltana, a quienes hoy han venido, pero sobretodo a quienes no pudieron venir. Decidí escribir estas líneas para los jóvenes que a lo largo y ancho de nuestra geografía deltana sueñan y luchan por un mundo más justo.
Hoy, la humanidad atraviesa por la mayor crisis de su historia; una crisis económica, energética, alimentaria, social, moral y ecológica. Una crisis que ha generado el capitalismo, y que ha demostrado que es incapaz de superar. No habrá futuro, ni vida en el planeta sino derribamos las actuales estructuras de producción y consumo que ha impuesto el capitalismo, sino generamos una nueva conciencia en lo individual y en lo colectivo, sino no nos detenemos a escuchar y ver las señales que nos está enviando el planeta. Frente a este sombrío escenario, hay dos opciones por las cuales se pueden tomar partido, o seguimos siendo cómplices del ecocidio y genocidio capitalista, o construimos un modelo alternativo que busque soluciones locales a los grandes problemas globales.
Nos encontramos en el núcleo precipitante del Ciclo Bicentenario Bolivariano, y hoy como ayer levantamos las banderas antiimperialistas y de la dignidad. El sueño bolivariano renace, y se esparce por toda la geografía nacional como lluvia que refresca luego de una larga sequía; el verdor de la esperanza brota por todos los rincones y una vez más, el fuego sagrado de la libertad arde en el corazón del pueblo. El ejemplo de Bolívar, Sucre, Ribas, Miranda, y de aquellos hombres y mujeres que lo entregaron todo por la Patria, se ha hecho millones y cabalga por toda Venezuela.
Hace 201 años la juventud patriota se enfrentó en La Victoria al ejército realista, una batalla heroica, ya que ante la escasez de tropas regulares, José Félix Ribas tuvo que armar a unos mil estudiantes de los colegios y seminarios de la ciudad y de los otros poblados vecinos. Al calor de la batalla se impuso la pasión Patria, Bolívar, al saber la victoria, le concedió a Ribas el título de "Vencedor de los Tiranos".
Bolívar y Ribas entregaron su vida a la causa Patria, hace unos días el 31 de enero, recordamos el Bicentenario del martirio de ese gran venezolano, ejemplo eterno para la juventud. Los asesinos de Ribas, Sucre y Bolívar, pensaron que con su muerte física, moriría el proyecto libertario, se equivocaron, nos subestimaron, no entendieron que nosotros somos semillas, y que de la tierra siempre germinaremos.
Aprovecho el espacio, para recordar a Tribilin, a ese joven eterno que es Hugo Chávez, y hablo de él en presente porque de Chávez siempre se hablará en presente. Él es síntesis y génesis. Su lucha resume todas las causas justas de la humanidad y al mismo tiempo su praxis revolucionaria fue una ruptura creadora del cambio de época que hoy vive América Latina y el Caribe. Un gigante que transformó un “por ahora” en un “para siempre”. Un hombre que se fundió en el alma del pueblo, y que hoy lo vemos en la mirada esperanzada de un pueblo al que le devolvió la dignidad y la firme convicción de construir un sociedad de iguales. Chávez convirtió esta era bicentenaria en la era de la independencia definitiva, de la soberanía, de la unión de Nuestra América y, fundamentalmente, en la era de la redención definitiva de los pobres. Es sin duda, un pilar fundamental para la construcción del sueño bolivariano de ver a la América Latina y caribeña unida y consolidada en una Patria Grande, libre de las cadenas del coloniaje, la pobreza, el hambre, la miseria y la desigualdad.
Chávez es el precursor del cambio de época que vivimos; nos devolvió la esperanza, nos devolvió la moral, nos devolvió la dignidad. Y nosotros, ésta Generación Bicentenaria, seremos garantes de la irreversibilidad de la Revolución Bolivariana.
El legado de Chávez, sólo es comparable con la heroica imagen prometeica de robarles el fuego a los dioses para entregárselo a los mortales.
Quiero recordar con ustedes las palabras de Jean Paul Sartre, refiriéndose al Ché en 1960: “Puesto que era necesaria una revolución, las circunstancias designaron a la juventud para hacerla. Sólo la juventud experimentaba suficiente cólera y angustia para emprenderla y tenía suficiente pureza para llevarla a cabo”.
Quienes hoy tienen 15, 18 o 20 años, quizá no recuerdan en su justa dimensión las penurias que vivió el pueblo venezolano en esa oscura hora de la Patria, cuando el Consenso de Washington impuso su receta, y es necesario que los jóvenes revolucionarios en todos nuestros espacios –liceos, universidades, plazas, canchas- hablemos de la Venezuela de la IV República para contrastar los modelos. La juventud no puede permitir que se olvide la desidia y desgobierno de quienes quieren venderse como lo nuevo. Hoy, como ayer tenemos que vencer la tiranía de quienes pretenden restablecer el injusto orden neoliberal y arrebatarle al pueblo sus conquistas.
Quisiera reflexionar también, sobre el quinto objetivo histórico del Plan de la Patria, en principio por mi militancia ecosocialista, y además porque ha sido objeto de la más absurda crítica y hasta burla por parte de sectores de la derecha venezolana, quienes dejan en evidencia el desprecio que sienten hacia la vida y la humanidad. Asumir la preservación de la vida en el planeta y salvar a la especie humana, reafirma una vez más el carácter Ecosocialista de la Revolución Bolivariana. Y demuestra que estamos conscientes y convencidos de la necesidad de actuar en lo local para incidir en lo global. Tenemos que replantear nuestra relación con la Pachamama, y no podemos postergarlo más.
Como bien dijo nuestro Comandante Chávez “esta Revolución será eterna y real sólo si la juventud venezolana la encarna y la hace suya. La perpetuidad de la Patria libre, soberana, independiente, depende de la realidad de una juventud en pie de lucha (…) A la juventud revolucionaria le corresponde el ejercicio de la rebeldía crítica y creadora: su participación protagónica es decisiva para la batalla sin tregua contra las desviaciones”.
Hoy la juventud está en la calles, llena de alegría y esperanza. Acompañando a Nicolás Maduro, siguiendo el camino del Comandante Hugo Chávez en la construcción de la Patria nueva, hoy somos protagonistas del cambio.
El gran pensador francés Víctor Hugo dijo “No hay nada más poderoso que una idea cuya época ha llegado”. Tengamos conciencia de que militamos por el cambio, no por un cargo. Militamos por el pueblo, no por un puesto. Militamos por amor, militamos por conciencia, militamos por las utopías, militamos por quienes estuvieron, pero sobretodo por quienes vendrán.
Para quienes preguntan, ¿Dónde está la Patria? La respuesta es sencilla y contundente, sólo debes mirar a tu alrededor, la Patria es el otro, es el campesino, el trabajador, el indígena, el estudiante, el militar, el miliciano, el deportista, el cultor, el joven, la mujer, la madre, los abuelos, los niños que fueron dignificados por la Revolución Bolivariana. Allí está la Patria viva, consciente, cada día avanzando, sorteando obstáculos y superando dificultades; reafirmando que somos el pueblo de las dificultades y que sólo unidos venceremos. Por lo tanto éste momento histórico exige de cada uno de nosotros mayores niveles de conciencia, compromiso y corresponsabilidad. Pasar del yo al nosotros, pasar de lo urgente a lo importante, en resumen y como dijo el apóstol cubano José Martí “Hacer es la mejor manera de decir”.
Sin duda alguna, el Delta es una tierra de esperanza, eso se ve y se siente al recorrer, junto al pueblo; las calles, las comunidades y los caños de nuestro estado. La Revolución Bolivariana está sembrada en corazón de las deltanas y deltanos, nosotros vivimos hoy en un estado que ha venido cambiando para mejor, a pesar de que aún hay muchos problemas y situaciones por resolver en nuestro día a día. Un estado con gran potencial y sobre todo con un pueblo luchador y sincero.
Los jóvenes deltanos, estamos llamados soñar más allá de nuestros sueños, como dijo el Comandante Chávez “a ir al futuro y traerlo al presente” Desde cualquier trinchera que estemos, tenemos que dar lo mejor de nosotros para servir al pueblo.
Nuestra generación, es la primera generación que verá con sus propios ojos los frutos de la Patria que sembró Bolívar y que cultivó Chávez.
Hoy decimos con Ribas “No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”
Hoy decimos con Chávez “Unidad, Lucha, Batalla y Victoria”
¡Que viva la juventud!
¡Que viva el pueblo deltano!
¡Que viva la Revolución Bolivariana!
Queridos hermanos, queridas hermanas.
Me han pedido que diga unas palabras con ocasión del Día de la Juventud, al conmemorarse los 201 años de la Batalla de La Victoria. Agradeciendo ese gesto, decidí hacer una carta abierta a la juventud deltana, a quienes hoy han venido, pero sobretodo a quienes no pudieron venir. Decidí escribir estas líneas para los jóvenes que a lo largo y ancho de nuestra geografía deltana sueñan y luchan por un mundo más justo.
Hoy, la humanidad atraviesa por la mayor crisis de su historia; una crisis económica, energética, alimentaria, social, moral y ecológica. Una crisis que ha generado el capitalismo, y que ha demostrado que es incapaz de superar. No habrá futuro, ni vida en el planeta sino derribamos las actuales estructuras de producción y consumo que ha impuesto el capitalismo, sino generamos una nueva conciencia en lo individual y en lo colectivo, sino no nos detenemos a escuchar y ver las señales que nos está enviando el planeta. Frente a este sombrío escenario, hay dos opciones por las cuales se pueden tomar partido, o seguimos siendo cómplices del ecocidio y genocidio capitalista, o construimos un modelo alternativo que busque soluciones locales a los grandes problemas globales.
Nos encontramos en el núcleo precipitante del Ciclo Bicentenario Bolivariano, y hoy como ayer levantamos las banderas antiimperialistas y de la dignidad. El sueño bolivariano renace, y se esparce por toda la geografía nacional como lluvia que refresca luego de una larga sequía; el verdor de la esperanza brota por todos los rincones y una vez más, el fuego sagrado de la libertad arde en el corazón del pueblo. El ejemplo de Bolívar, Sucre, Ribas, Miranda, y de aquellos hombres y mujeres que lo entregaron todo por la Patria, se ha hecho millones y cabalga por toda Venezuela.
Hace 201 años la juventud patriota se enfrentó en La Victoria al ejército realista, una batalla heroica, ya que ante la escasez de tropas regulares, José Félix Ribas tuvo que armar a unos mil estudiantes de los colegios y seminarios de la ciudad y de los otros poblados vecinos. Al calor de la batalla se impuso la pasión Patria, Bolívar, al saber la victoria, le concedió a Ribas el título de "Vencedor de los Tiranos".
Bolívar y Ribas entregaron su vida a la causa Patria, hace unos días el 31 de enero, recordamos el Bicentenario del martirio de ese gran venezolano, ejemplo eterno para la juventud. Los asesinos de Ribas, Sucre y Bolívar, pensaron que con su muerte física, moriría el proyecto libertario, se equivocaron, nos subestimaron, no entendieron que nosotros somos semillas, y que de la tierra siempre germinaremos.
Aprovecho el espacio, para recordar a Tribilin, a ese joven eterno que es Hugo Chávez, y hablo de él en presente porque de Chávez siempre se hablará en presente. Él es síntesis y génesis. Su lucha resume todas las causas justas de la humanidad y al mismo tiempo su praxis revolucionaria fue una ruptura creadora del cambio de época que hoy vive América Latina y el Caribe. Un gigante que transformó un “por ahora” en un “para siempre”. Un hombre que se fundió en el alma del pueblo, y que hoy lo vemos en la mirada esperanzada de un pueblo al que le devolvió la dignidad y la firme convicción de construir un sociedad de iguales. Chávez convirtió esta era bicentenaria en la era de la independencia definitiva, de la soberanía, de la unión de Nuestra América y, fundamentalmente, en la era de la redención definitiva de los pobres. Es sin duda, un pilar fundamental para la construcción del sueño bolivariano de ver a la América Latina y caribeña unida y consolidada en una Patria Grande, libre de las cadenas del coloniaje, la pobreza, el hambre, la miseria y la desigualdad.
Chávez es el precursor del cambio de época que vivimos; nos devolvió la esperanza, nos devolvió la moral, nos devolvió la dignidad. Y nosotros, ésta Generación Bicentenaria, seremos garantes de la irreversibilidad de la Revolución Bolivariana.
El legado de Chávez, sólo es comparable con la heroica imagen prometeica de robarles el fuego a los dioses para entregárselo a los mortales.
Quiero recordar con ustedes las palabras de Jean Paul Sartre, refiriéndose al Ché en 1960: “Puesto que era necesaria una revolución, las circunstancias designaron a la juventud para hacerla. Sólo la juventud experimentaba suficiente cólera y angustia para emprenderla y tenía suficiente pureza para llevarla a cabo”.
Quienes hoy tienen 15, 18 o 20 años, quizá no recuerdan en su justa dimensión las penurias que vivió el pueblo venezolano en esa oscura hora de la Patria, cuando el Consenso de Washington impuso su receta, y es necesario que los jóvenes revolucionarios en todos nuestros espacios –liceos, universidades, plazas, canchas- hablemos de la Venezuela de la IV República para contrastar los modelos. La juventud no puede permitir que se olvide la desidia y desgobierno de quienes quieren venderse como lo nuevo. Hoy, como ayer tenemos que vencer la tiranía de quienes pretenden restablecer el injusto orden neoliberal y arrebatarle al pueblo sus conquistas.
Quisiera reflexionar también, sobre el quinto objetivo histórico del Plan de la Patria, en principio por mi militancia ecosocialista, y además porque ha sido objeto de la más absurda crítica y hasta burla por parte de sectores de la derecha venezolana, quienes dejan en evidencia el desprecio que sienten hacia la vida y la humanidad. Asumir la preservación de la vida en el planeta y salvar a la especie humana, reafirma una vez más el carácter Ecosocialista de la Revolución Bolivariana. Y demuestra que estamos conscientes y convencidos de la necesidad de actuar en lo local para incidir en lo global. Tenemos que replantear nuestra relación con la Pachamama, y no podemos postergarlo más.
Como bien dijo nuestro Comandante Chávez “esta Revolución será eterna y real sólo si la juventud venezolana la encarna y la hace suya. La perpetuidad de la Patria libre, soberana, independiente, depende de la realidad de una juventud en pie de lucha (…) A la juventud revolucionaria le corresponde el ejercicio de la rebeldía crítica y creadora: su participación protagónica es decisiva para la batalla sin tregua contra las desviaciones”.
Hoy la juventud está en la calles, llena de alegría y esperanza. Acompañando a Nicolás Maduro, siguiendo el camino del Comandante Hugo Chávez en la construcción de la Patria nueva, hoy somos protagonistas del cambio.
El gran pensador francés Víctor Hugo dijo “No hay nada más poderoso que una idea cuya época ha llegado”. Tengamos conciencia de que militamos por el cambio, no por un cargo. Militamos por el pueblo, no por un puesto. Militamos por amor, militamos por conciencia, militamos por las utopías, militamos por quienes estuvieron, pero sobretodo por quienes vendrán.
Para quienes preguntan, ¿Dónde está la Patria? La respuesta es sencilla y contundente, sólo debes mirar a tu alrededor, la Patria es el otro, es el campesino, el trabajador, el indígena, el estudiante, el militar, el miliciano, el deportista, el cultor, el joven, la mujer, la madre, los abuelos, los niños que fueron dignificados por la Revolución Bolivariana. Allí está la Patria viva, consciente, cada día avanzando, sorteando obstáculos y superando dificultades; reafirmando que somos el pueblo de las dificultades y que sólo unidos venceremos. Por lo tanto éste momento histórico exige de cada uno de nosotros mayores niveles de conciencia, compromiso y corresponsabilidad. Pasar del yo al nosotros, pasar de lo urgente a lo importante, en resumen y como dijo el apóstol cubano José Martí “Hacer es la mejor manera de decir”.
Sin duda alguna, el Delta es una tierra de esperanza, eso se ve y se siente al recorrer, junto al pueblo; las calles, las comunidades y los caños de nuestro estado. La Revolución Bolivariana está sembrada en corazón de las deltanas y deltanos, nosotros vivimos hoy en un estado que ha venido cambiando para mejor, a pesar de que aún hay muchos problemas y situaciones por resolver en nuestro día a día. Un estado con gran potencial y sobre todo con un pueblo luchador y sincero.
Los jóvenes deltanos, estamos llamados soñar más allá de nuestros sueños, como dijo el Comandante Chávez “a ir al futuro y traerlo al presente” Desde cualquier trinchera que estemos, tenemos que dar lo mejor de nosotros para servir al pueblo.
Nuestra generación, es la primera generación que verá con sus propios ojos los frutos de la Patria que sembró Bolívar y que cultivó Chávez.
Hoy decimos con Ribas “No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”
Hoy decimos con Chávez “Unidad, Lucha, Batalla y Victoria”
¡Que viva la juventud!
¡Que viva el pueblo deltano!
¡Que viva la Revolución Bolivariana!
Comentarios
Publicar un comentario