Una de las grandes tareas de la Revolución Bolivariana es la refundación ética y moral de Venezuela, y así lo recoge el Proyecto Nacional Simón Bolívar. Tenemos el compromiso de superar el terrible cáncer capitalista de la corrupción, que se instauró en nuestro sistema político, como medio, de unos pocos, para la acumulación de bienes y riqueza monetaria, en detrimento de las grandes mayorías. La corrupción es, sin duda alguna, un crimen contra los Derechos Humanos y un obstáculo crítico para el desarrollo social.
Como el cáncer, se manifiesta en formas diversas: el uso ilegítimo de información privilegiada, el tráfico de influencias, los sobornos, extorsiones, fraudes, malversación, el nepotismo; entre otras manifestaciones. El capitalismo ha pretendido naturalizar la corrupción usando el escudo de la impunidad y la ignorancia. Es lamentable escuchar expresiones populares como “Que se coman el cambur, pero que nos tiren la concha” Las élites lacayas que gobernaron el país, acostumbraron al pueblo a esperar sólo las migajas, luego de quedarse con el botin.
Y vale la pena detenernos en uno de los actos de gobierno ejercidos por nuestro padre Libertador Simón Bolívar cuando -en Lima, el 12 de enero de 1824- decretó la pena de muerte para todos los funcionarios corruptos, y malversadores de los dineros públicos. Una decisión firme e implacable para luchar contra los traidores de la patria. Y esos mismos traidores, los que expulsaron a Bolívar de Venezuela, se encargaron de enterrar este y tantos decretos que perseguían la mayor suma de felicidad posible para todos.
Hoy, después de 200 años, emprendemos la “Campaña Admirable”, y la lucha contra la corrupción es una de las banderas que levanta el pueblo revolucionario bolivariano en la construcción de la Patria Socialista.
Heryck Rannyer Rangel Hernández
Tucupita, 08 de febrero de 2010.
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